sábado, octubre 3

Mientras la dama cocinaba, el señor se revolcaba con su amante en el dormitorio. Mientras ella lloraba y trataba de reír, los labios del señor y los de su amante se juntaban con mas frecuencia. Cuando llego el momento de volver, no dijo nada y solo se despidieron. El camino de regreso se hacia largo, el cigarrillo se consumía y la angustia aparecía. Pasaron largos meses oscuros, donde no se veía ni un rayo de sol, donde el viento corría y su cabello no volaba, donde el agua del verano se mantenía fría, donde solo quedaba el triste recuerdo de aquella noche. Y así todo paso, el recuerdo se hacia parte del olvido. Sus amantes, que eran dos, volvieron de aquel triste recuerdo para contarle la verdad a la dama. Todo ese dolor se convirtió en un odio, en un fin no pensado, en un recuerdo que dolía aun más. El señor y sus amantes eran parte del dolor, de la decepción que hoy sentía la dama. El señor ya no era más el señor que ella pensaba y sus amantes ya no eran personas.

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